martes, 17 de noviembre de 2009

LA FILA

Nacida de la larga fila del hambre, sólo para oír amanecer 
al sonido
 de los perfilados pájaros metálicos que sembraban los cielos de temor, que arrancaron a su padre el corazón y les obligó a una despedida 
de triste pan 
escondida
 bajo las tiras
 de su enfermo colchón. 
 Herida 
por la servidumbre de género 
desde una infancia 
marcada por la esclavitud 
a cambio de un plato 
y nada más,
 por la explotación del esfuerzo, 
por el secuestro del habla, 
por la perdida ausencia 
de la propia alma. 
 Huida hacia otra tierra,
extraña, 
hundida en la infinita dependencia 
de las vidas que eran más altas, 
que superaban 
su común y mortal desesperanza para ordenarle cada jornada. Prendida 
por las cartas del amor 
que fueron toda una vida 
de generosa paciencia, 
de exagerada complacencia 
ausente de la más mínima rebeldía, sólo inquieta. 
 Aturdida 
por los rápidos reflejos 
de una permanente estación 
que la impulsaba 
hacia una asumida certeza. Protagonista 
de mil vidas 
que en sus recuerdos no cesan, 
que ahora acumula 
en esencias 
para construir su belleza. 
 Siempre mía, 
siempre madre, 
siempre entrega.